lunes, 3 de noviembre de 2014

Guidelines: ciencia basada en evidencias


En medicina, tanto animal como humana, intentamos guiarnos en base a estudios con evidencias científicas contrastadas que nos permiten saber que los pasos que estamos realizando (pruebas diagnósticas, tratamientos médicos, etc) son los adecuados.

El término Guideline lo podríamos traducir como "Pautas", que son publicaciones periódicas que nos indican los pasos a seguir en determinados procedimientos en base a las publicaciones y estudios más recientes (sólo aquellos con evidencias científicas y no artículos de opinión o especulativos). Estas guías las desarrollan grupos de especialistas a nivel internacional de forma independiente.

Algunas recientes y de interés para todas las mascotas son:
- Guidelines sobre vacunación canina
- Guidelines sobre desparasitación en animales de compañía


Vacunación canina:

La vacunación consiste en exponer a un ser vivo frente a un microorganismo patógeno (bacteria, virus o parásito) muerto, atenuado o a una parte del mismo, de forma que el sistema inmunitario aprende como controlar una futura infección de forma natural y con un riesgo reducido.

El empleo de vacunas ha conseguido salvar en las últimas décadas millones de vidas humanas y animales, consiguiendo controlar enfermedades tan devastadoras como la rabia. Para muchas de estas enfermedades no existe tratamiento médico o bien la rápida evolución de las mismas hace que el pronóstico sea muy grave en la mayor parte de los pacientes.

En la actualidad existen algunos movimientos que abogan por no emplear vacunas, en parte a noticias sin base científica (corrió como la polvora una noticia que indicaba que una vacuna era responsable del autismo en niños, noticia falsa y que tuvo que desmentir la OMS). Algunos padres optan por acudir a "fiestas" donde los niños pueden contagiarse de enfermedades con la idea de conseguir inmunizarse, pero lo que realmente ocurre es que lso niños se infectan con un microorganismo totalmente capaz de provocar una infección con toda su intensidad y con el riesgo que conlleva.

En el caso de los pacientes caninos contamos con multitud de vacunas, algunas más eficaces que otras y alguna de ellas con mayores efectos secundarios, pero que suplen con creces los beneficios de las mismas. Debemos tener en cuenta que estamos estimulando el sistema inmunitario y, por tanto, los principales efectos secundarios son fiebre, inapetencia, inflamación en la zona de inyección. En muy pocos casos, como con cualquier medicación, pueden surgir reacciones alérgicas, en su mayor medida de escasa importancia.

Entre las enfermedades caninas que podemos prevenir con vacunas tenemos: parvovirus, coronavirus, virus del moquillo, virus de la parainfluenza, bordetella,  hepatitis virica, leptospirosis, babesia, leishmania...

Los protocolos de vacunación dependen en gran medida de la edad del paciente, de su estado inmunitario, de las enfermedades más prevalentes en la zona e incluso de su raza; así, el pastor alemán o el rottweiler son especialmente sensibles al parvovirus, por lo que la vacunación debe realizarse antes que en otras razas y se debe aplicar más dosis ya que los anticuerpos ingeridos durante la lactación puede inactivar parcialmente la vacuna.

La frecuencia de la vacunación depende de la inmunidad, es decir, del tiempo que el sistema inmunitario siga siendo efectivo frente a estas enfermedades. La duración de la inmunidad depende de la vacuna empleada, de la enfermedad y del estado inmunitario de cada paciente. Así, si vacunamos a un cachorro son fiebre, sometido a un tratamiento antibiótico o a un perro con quimioterapia, posiblemente la vacuna no sea afecetiva ya que el sistema inmunitario no está en condiciones de reaccionar y "aprender".

En los últimos años venimos viendo casos de propietarios que optan por no vacunar a sus mascotas cuando alcanzan cierta edad porque consideran que son inmunes y no precisan mantener esta inmunidad. Según la OMS, la vacunación es una herramienta esencial cuando trabajamos con grupos de riesgo, entre los cuales encontramos los animales jóvenes y los ancianos, ya que son los más sensibles.

Al igual que ocurre en personas, podemos determinar los niveles de anticuerpos vacunales y determinar si son suficientes para prevenir o si por contra es recomendable repetir la vacunación.



Desparasitación canina:

Hace años la recomendación cuando hablábamos de desparasitar internamente a nuestras mascotas era hacerlo de forma trimestral; no obstante, estudios realizados en los últimos años han puesto en evidencia que un 20-50 % de los perros desparasitados de forma regular (cada 3 meses) presentaban formas parasitarias en sus excrementos, algunos de ellos transmisibles a personas. Así mismo, un porcentaje similar de las muestras de arena tomadas en parques públicos detectan formas parasitarias.

Debemos tener en cuenta que el ciclo de algunos parásitos (tiempo que tarda en salir del huevo y reproducirse) es de 3-4 semanas, por lo que la tendencia actual para reducir el riesgo de contagio a personas y para tener controladas sanitariamente a nuestras mascotas es desparasitarlas mensualmente.